No existe consenso sobre una única definición del concepto de Smart City o Territorio Inteligente o de los elementos mínimos que han de estar presentes en una ciudad o municipio para que pueda ser considerado como tal. No obstante, la aplicación de las TIC,s para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y asegurar un desarrollo económico, social y ambiental sostenible son comunes en todas las definiciones.

Si existe unanimidad en cuanto el concepto de Smart City exige una relación directa y multidimensional con ciudadanos, visitantes, turistas, trabajadores públicos y proveedores basada en la transparencia, la rendición de cuentas, el adecuado uso y consumo de los recursos y la identificación temprana de necesidades y oportunidades. En definitiva crear una sociedad civil digital y, esto no es posible, sin unos servicios públicos digitales coherentes. En otras palabras, es imprescindible que las administraciones públicas generen e implanten infraestructuras y herramientas tecnológicas capaces de generar servicios públicos que activen y ponderen a la sociedad. Cuanto más eficaces y mejores sean los servicios digitales, y más calado tenga la transformación digital de la administración local, mayor capacidad tendrá de dirigir el cambio social en el que estamos inmersos.

Las Smart cities, se ha dicho “se fundamentan, de un lado, de la inevitable modernización tecnológica de la administración municipal y  de los diferentes servicios municipales y, de otra, en la imprescindible transformación que reclaman los principios del Gobierno Abierto a partir del uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación”.

Debido al despliegue normativo y en especial la promulgación de la Ley 39 y 40 de 2015, en general, puede observarse que la mayor parte de las Administraciones Públicas Españolas, y los Ayuntamientos en particular , están acometiendo estos procesos de transformación aplicando una estrategia de Dentro a Fuera (Inside Out). Es decir se hace hincapié en la digitalización de los procesos internos (backoffices, simplificación administrativa, gestión de expedientes, …) , mas por presión normativa y de plazos, que fruto de la planificación estratégica; obviando si el ciudadano percibe su valor o sin tan siquiera cubre sus necesidades. Además el proceso está siendo lento y tortuoso; falta de implicación de la dirección política, resistencia al cambio de empleados públicos, carencias financieras, …. Y nunca se produce la ansiada apertura al exterior de la tan proclamada e-administración, entendida no sólo a la posibilidad de hacer trámites administrativos de forma electrónica. También nos referimos al uso de las IoT en la ciudad, la recogida de datos mediante sensores y la aplicación de Big Data para identificar y resolver los problemas de la ciudadanía. Hablamos del uso eficiente del agua en el riego de zonas verdes, calidad del aire, contaminación acústica, gestión de la movilidad, el uso de instalaciones deportivas, políticas sociales, participación ciudadana, fomento de la economía circular, incentivación del reciclaje de residuos urbanos, …La relación de aplicaciones es ingente. Así, la administración electrónica puede transformar la organización tradicional del sector público y facilitar a los ciudadanos servicios más rápidos, más eficaces, más eficientes y sensibles a sus necesidades y expectativas.

Sin embargo se ha evidenciado que Ayuntamientos considerados líderes en la digitalización de sus servicios y sustentado por estudios y literatura científica , que la estrategia que funciona es la inversa, de Fuera a Dentro (Outside in).  

La implantación de la Tarjeta Ciudadana Inteligente, KeySmartCity, desarrollada por Webdreams, en los municipios y ciudades, responde inequívocamente a esta estrategia  de Fuera a Dentro, (Outside in)  basada en:

• La visualización de resultados desde el primer momento.
• Emplear la presión ciudadana como catalizador del proceso de transformación interna de la administración.
• Proceso continuo de aprendizaje, con posibilidad de rectificación inmediata.
• Favorecer la gestión del cambio.
• Disponer de activos tecnológicos como elemento diferenciador que facilite acuerdos de colaboración con otras administraciones y terceros.
• Promover el e-gobierno y transparencia de la gestión.
• Facilitar la creación de ecosistemas de innovación y emprendimiento.
• Facilitar el acceso de la ciudadanía a las TIC,s y a la economía digital.
• Reducir la “brecha digital” entre sectores sociales de mayor vulnerabilidad.

El Estado  contemporáneo  se construyó con la creación de servicios públicos, que sufragaban las externalidades que el mercado produce, la creación de una sociedad civil digital en municipios y ciudades requiere de unos servicios públicos digitales eficientes, eficaces y coherentes.