El impacto de la COVID-19 en la arquitectura

La arquitectura se enfrenta al reto de descubrir cómo dar respuesta al cambio de valores y hábitos generados a raíz de la crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19.

1 Jun de 2020

Sobre cómo cambiará la pandemia la vida dentro de nuestras casas, nuestro asociado Recúbica se atreve a decir, casi con total seguridad, que nuestros valores y hábitos van a cambiar a raíz de la crisis generada por la enfermedad COVID-19. Una de las áreas en donde ese cambio se irá haciendo visible más pronto y que, por lo tanto, requiere una reflexión importante, es la arquitectura: cómo habitamos, cómo nos movemos, cómo convivimos. 

A lo largo de la historia, enfermedades como el cólera, la fiebre tifoidea y amarilla, la viruela, etc. dieron lugar a la implementación y mejora de las redes de agua potable, drenaje así como a nuevas  políticas públicas y de vivienda. La gestión del agua y de los residuos ayudaron a rehacer las ciudades. La higiene era y es uno de los pilares sobre los que se asienta la lucha contra cualquier epidemia.

La tuberculosis y el brote del SARS en 2004 nos recordaron la importancia de la ventilación, no solamente por su relación con el control de la humedad en los edificios, sino también porque el aumento del flujo de aire tiene un impacto real sobre nuestro sistema inmune y niveles de serotonina. Las ventanas y su disposición demostraron ser relevantes. Ahora, con la COVID-19, este tema se reaviva y tanto el uso de los sistemas de A/C como de ventilación natural pasan a ser una parte fundamental sobre cómo pensamos, utilizamos y proyectamos los espacios; ya sean viviendas, hospitales, edificios de oficinas o centros comerciales.

Asimismo, en el contexto actual de confinamiento, estamos descubriendo la relación que tiene el espacio que habitamos con nuestro bienestar y la salud. Por ejemplo, el aumento del teletrabajo hará que queramos disponer de espacios más cómodos y abiertos en nuestras casas, usaremos textiles más livianos que dejen entrar más aire y luz solar y que además sean fáciles de limpiar. Es hora de deshacernos de todo lo que pueda albergar suciedad, polvo y gérmenes. Pero no sólo cambiará el espacio, cambian también los muebles y la decoración; colores más amables, mesas más anchas, comodidad, mobiliario modular y cinético, materiales adaptados a recomendaciones sanitarias, etc. 

Priorizaremos la practicidad y la innovación sostenible, lo cual obligará a replantearnos muchos productos y soluciones que habitan nuestras casas, así como nuevas necesidades aún no cubiertas. Las organizaciones están obligadas a replantear sus propuestas en base a estos cambios.

Otra de las tendencias que se prevé es el neorruralismo, es decir, que muchos de nosotros empezaremos a deslocalizar nuestras “oficinas” y migraremos a un entorno menos urbano con más sol y más asequible. Puede ser una oportunidad para incorporar a la reciente preocupación que ha surgido por la denominada “España vaciada”. 

Con la COVID-19 muchos estamos también descubriendo la importancia del fitness dentro de casa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el ejercicio no solamente para mantenernos en forma durante el estado de alarma, sino también para mantener el equilibrio emocional y dormir mejor. Se está viviendo ya una tendencia al alza de equipamiento deportivo en las casas, que deberán hacer espacio a actividades que antes se hacían al aire libre o en gimnasios. Aún en un futuro desconfinado es muy probable que esta tendencia se consolide como hábito de muchas personas.

La tecnología va a ser nuestra gran aliada, y nos atrevemos a decir que la infraestructura digital significa hoy en día lo que la sanitaria significó para el control de las epidemias en el siglo XIX.

La realidad es que gracias a la creciente digitalización de la vida en los últimos años y a la conectividad cada vez más potente y amplia, la tecnología se encuentra en el centro de muchas de las soluciones e ideas generadas para luchar contra esta pandemia. A estas alturas probablemente hayamos oído hablar del 5G, el Big data & Analytics, la Inteligencia Artificial (IA) o el Internet de las Cosas (IoT), entre otros. Todas ellas son elementos imprescindibles en las soluciones del hoy, pero también y, sobre todo, de nuestro mañana. Sin duda, la pandemia está acelerando la digitalización en nuestras ciudades, casas y nuestra logística diaria.

Estas tecnologías hacen que nuestras ciudades y edificios sean más inteligentes y que podamos, por ejemplo, diseñar e implantar sensores que mantengan un apropiado flujo de aire en nuestro edificios, que dispongamos de recibidores con medidores de temperatura o incluso alguna forma de desinfección UV. Que podamos conectar nuestras aplicaciones de salud con los servicios médicos o que podamos interactuar con nuestro entorno por voz, por poner algunos ejemplos. 

Quizás dispondremos también de impresoras 3D con las que poder imprimir respiradores o artilugios que el ingenio global desarrolle para que la salud se democratice y todos tengamos acceso a herramientas básicas con las que luchar contra la enfermedad o que nos ofrezcan una vida más amable. 

Dado que muchos expertos coinciden con que este tipo de pandemias podrían ser comunes en las próximas décadas, es evidente que la infraestructura digital se debe convertir en una prioridad en las agendas de los gobiernos y empresas. 

En el pasado, el impacto de la Revolución Industrial sobre la ciudad y la arquitectura fue tan grande que alteró profundamente la visión que de ella se tenía.  La revolución digital que hemos vivido en los últimos años, unido a un fenómeno tan extremo y global como una pandemia, también alterará los espacios donde vivimos y trabajamos por lo que deberemos estar muy atentos para entender cómo nos afectará como personas y organizaciones. 

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